El Castillo de Ulldecona es un símbolo identitario incuestionable de nuestro pueblo. Con su imponente silueta y carácter, reflejado también en el escudo local, todavía ahora aporta valiosa información sobre la evolución histórica y cultural de una zona clave en el control del territorio. A lo largo de la Historia su situación estratégica como punto de control de las rutas y como límite entre los reinos cristianos y musulmanes, ha dejado restos de las diversas fases de ocupación humana. Los íberos ya se establecieron en lo alto de la colina para vigilar el resto de asentamientos ibéricos con los que estaban relacionados visual y socialmente. Las pocas estructuras que sobresalen en la parte norte del recinto amurallado de hace más de dos milenios, constatan que, ya en aquella época, su importancia estratégica era vital. No se tiene constancia de la más que probable ocupación romana pero, sería probable que existiera algún punto de control dada la proximidad y el dominio visual que se tiene sobre la vital Vía Augusta con todos sus ramales intercomunicados y las más que probables villas romanas con sus explotaciones agrícolas. Más visibles son los vestigios de la ocupación árabe del siglo VIII al XI. Destacan los restos de la muralla construida en la antigua celda militar, culminada por dos torres de control aún muy visibles en la estructura del conjunto actual. La reconquista cristiana del levante peninsular fijó la frontera entre los reinos cristianos y los musulmanes en el actual río Sénia. Y fue entonces que se empezó a edificar la actual fortificación militar cristiana sobre la anterior fortificación musulmana. El encargo se hizo en 1178 a la Orden del Hospital por Alfons el Cast. Este sería la cuna de la Ulldecona medieval con la primera Carta Pobla en 1222, aprobada en la misma colina